jueves, 15 de marzo de 2012

Cada célula del cuerpo humano se regenera en promedio cada siete años. Como las serpientes, a nuestro modo, mudamos la piel. Biológicamente, somos personas completamente nuevas. Es posible que parezcamos los mismos. Probablemente sea así. El cambio no es visible… por lo menos no en la mayoría de nosotros. Pero todos cambiamos completamente para siempre.

Decir cosas como, “la gente no cambia”, vuelve  locos a los científicos porque el cambio es literal. Lo único constante en la ciencia. La energía,  importa, está siempre cambiando, transformándose, fusionándose, creciendo… muriendo. La forma en la que la gente trata de no cambiar, es antinatural. La forma en la que nos aferramos a las cosas que eran  en lugar  de aceptar lo que son. La forma en la que nos aferramos a los viejos recuerdos en lugar de generar nuevos recuerdos. La forma en la que insistimos en creer a pesar de cada indicación científica  que todo en esta vida es permanente. El cambio es constante. Cómo experimentamos el cambio está en nuestras manos. Podemos sentir como si muriéramos o podemos tomarlo como una segunda oportunidad. Si abrimos nuestros dedos, nos relajamos, nos dejamos llevar… Se puede sentir como adrenalina pura. Como si en cualquier momento pudiéramos tener una nueva oportunidad en la vida. Como si en cualquier momento, pudiéramos volver a nacer.

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