Es increíble cómo una persona puede hacer que sientas distintas emociones. Un día, estás en la cima del mundo, con una sonrisa en la cara y una calidez en el corazón que te hacen creer que van a pasar cosas geniales. Y luego, en un segundo, todo eso puede cambiar. Y no sabes qué sentir. Estás abandonado con un desastre que sólo una persona puede arreglar. Es caótico. Loco. Salvaje. Pero no puedes dejar de quererlo, porque todo lo malo, sentir todo eso que hace que tu cabeza duela y tu corazón ansíe algo... es mejor que no sentir nada.
Todos somos culpables de eso. Querer lo que no puedes tener. Arriesgarte con algunas personas. Jugar con fuego. Caer en una trampa y esperar quedarte ahí clavado. Lo haces porque esperas que la persona por la que haces esas cosas se dé cuenta algún día, e incluso te ayude a salir de esa trampa o a apaciguar el fuego, o que paren de correr hasta que no haya nada más que perseguir. Todos hacen eso. Y es una locura porque si te fijas lo suficiente, te darías cuenta de que un 92% de esas personas no son amantes de las emociones fuertes o temerarios. No son racionales o decididos, o incluso valientes. Sólo son personas enamoradas. Porque el amor es culpable de eso también, ¿sabes? Volviéndote demente y esas cosas.
~ Autor desconocido
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