Odio esa sensación. Esa sensación de no saber lo que quieres o lo que tienes que hacer. Corazón y cabeza, cabeza y corazón, ambos en contradicción. Es como si faltara un hilo del que tirar para encontrar un ovillo. Esa sensación de no saber nada, y a la vez, de estar seguro de nunca otra vez haberte sentido tan inseguro.
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